La tripulación del Trieste estuvo compuesta por Don Walsh y Jacques Piccard en su descenso que duró, aproximadamente, cinco horas. Añadía Walsh que el aburrimiento del viaje fue interrumpido por “un momento de puro terror” en el que, a una profundidad aproximada de 9.000 metros, el casco del batiscafo se sacudió y reprodujo un ruido fuerte. Piccard narra que intercambió miradas con Walsh y decidieron seguir el descenso, llegando al fondo 40 minutos más tarde “Fue solo un choque, como una explosión, y luego nada”, dice Walsh “No representó ningún peligro de muerte, por lo menos no inmediato”. Luego se enteraron de que una ventana exterior de plexiglás se había agrietado por la presión.
Jacques Piccard (detrás) y el teniente Don Walsh en la cabina del Trieste. Autor de la foto: Keystone / Str
Pasadas las cinco horas de descenso, finalmente llegaron al fondo oceánico, a una distancia de 10.916 metros de profundidad, que más adelante se determinaría que el valor real había sido 10.911 metros.
La travesía del Trieste fue más que un viaje récord a las profundidades del océano. Con ella, Piccard y Walsh abrieron una ventana científica al océano más profundo, el cual se consideraba desprovisto de vida. Al aterrizar, emplearon lámparas de vapor de mercurio para inspeccionar el entorno completamente negro que les rodeaba “Como mucho, el hallazgo más interesante y que tuvimos la inmensa suerte de ver, fue justo en medio del círculo de luz que proyectaba uno de nuestros reflectores, un pez plano acechando en el lecho del océano” dijo Piccard posteriormente “Nos sorprendió encontrar y descubrir formas de vida marina allá abajo”.
Pasado los 20 minutos en el lecho marino, comenzaron la vuelta a la superficie con una ventana fracturada, viaje que duró alrededor de tres horas y 15 minutos. Casi nueve horas estuvieron Piccard y Walsh explorando el abismo.
Al saberse que había formas de vida habitando a tanta profundidad, se prohibió el vertido de desechos nucleares en las trincheras oceánicas. Por desgracia, no pudieron tomar fotos ni muestras de ningún tipo.
El Trieste ha vuelto a la superficie, rompiendo el récord de inmersión. Autor de la foto: Keystone / Str
En la actualidad, los científicos continúan estudiando los ecosistemas notablemente complejos de las profundidades abisales del océano, con formas de vida que constituyen más de la mitad de la materia viva y, a su vez, el eslabón más bajo de la cadena alimenticia oceánica.
En el lodo del Abismo Challenger, la comunidad científica ha encontrado más de 400 especies, cuyas muestras de ADN se asemejan a algunas de las formas de vida más antiguas de la Tierra.
Don Walsh pasó a ser capitán de submarino de la Marina norteamericana y Jacques Piccard, aparte de batir todos los récords de inmersión junto el Trieste, pasó el resto de su vida explorando el reino submarino del que fue pionero, posteriormente construyendo los Mesofacos (submarinos de profundidad media) y el primer submarino turístico que llevó hasta 33.000 pasajeros en las profundidades del Lago Ginebra. Piccard falleció en 2008, no sin antes haber dejado su huella en el mundo.